Es
cierto que en los centros de trabajo, en los diferentes equipos de
desarrollo de esta empresa, muchos trabajadores identifican a los jefes
de proyecto como la representación de la empresa dentro de su ámbito
pues, en las condiciones actuales en las que el trabajador sufre
recortes y empeoramiento de sus condiciones laborales y económicas
(bajadas o congelación salarial, exceso de horas extras y
sobreesfuerzos, etc.), un jefe de proyecto no es más que un trabajador
al que, aparte de su labor de coordinación del equipo, se le ha
encargado también la aplicación de las políticas de la empresa y
trasladárselas a sus compañeros. Por tanto, cuando a un responsable de
proyecto se le encarga que dé una determinada directriz – que proviene
de la dirección de la empresa, no lo olvidemos – a su equipo de trabajo,
el trabajador la recibe como si fuera una decisión propia de ese
responsable y no un mandato de la empresa.
De
esta manera, a los responsables de proyecto se les está sobrecargando
no solo con las labores técnicas de coordinación de su equipo sino
también con labores y responsabilidades económicas y administrativas que
no les deberían corresponder.
Recientemente,
el inspector de trabajo, en una reunión con el responsable de RRHH y
los representantes de los trabajadores en la que se trató la evaluación
de riesgos psicosociales, le indicó a Ramón Gil que uno de los factores
de riesgo psicosocial a evitar era que un mando intermedio tuviera que
resolver conflictos que le corresponden a otros departamentos, en este
caso, responsabilidad de RRHH.
Sabemos
que muchos jefes de proyecto están sufriendo como nadie esta presión,
hasta el punto de sufrir crisis de ansiedad e incluso tener que
medicarse, al tener que gestionar no solo la parte técnica de los
proyectos (distribución de tareas, interlocución con el cliente, etc.)
sino que también se les obliga a asumir responsabilidades y tareas de
gestión administrativa y económica de los propios proyectos que les
debieran ser ajenas. Está absolutamente claro que esto es consecuencia de la política de reducción de costes y de personal en la empresa.
De
esta manera, la empresa pretende que se gestione cada proyecto como si
fuera una empresa independiente, surgiendo la competencia entre otros
responsables de proyecto y gerentes para competir por el poco personal
técnico que va quedando y otro tipo de recursos. Cada proyecto tiene un
objetivo propio y casi independiente del resto, con lo que se va
generando un clima de individualismo, de sobreexplotación y de
competitividad que ahonda en el mal clima laboral suyo y de su entorno
al trasladar la presión que reciben a las capas inferiores.
Existe
la errónea apreciación de que el Comité de Empresa solo defiende al
trabajador de a pie y el mando intermedio, al verse indefenso, termine
por “arrimarse”
al bando en el que se puede sentir más arropado, la dirección de la
empresa. Sin embargo, esta impresión también es errónea en la mayoría de
los casos pero, a su vez, muy extendida. Tan errónea es esta percepción
de la realidad que los mismos representantes de la empresa, en los
distintos juicios por despido, continuamente declaran bajo juramento que
las decisiones de hacer sobreesfuerzos, horas extras, expatriar a
compañeros, etc. son decisiones de los propios jefes de proyecto y que
RRHH muchas veces ni siquiera se entera de esas decisiones cuando los
responsables de proyecto pueden dar fe de que simplemente cumplen las
directrices que les da la empresa.
Como
veis, la empresa echa balones descargando su responsabilidad en los
mandos intermedios. De esta manera, la dirección de la empresa pretende
tener a las cabezas de turco perfectas a los que señalar ante cualquier
tropiezo legal.
Los
RPs están obligados a explotar a su equipo incluso entrando en la
ilegalidad (la inspección de trabajo ya ha sancionado a la empresa por
la reincidencia en el exceso de horas extraordinarias). Se ven en la
tesitura de ser despedidos, degradados, o quedarse sin variable si su
proyecto no cumple con los objetivos impuestos desde la dirección,
teniendo como única salida para cumplirlos acudir a lo indigno, lo
insolidario, la incoherencia, la falta de respeto, la inmoralidad… en
definitiva, a la ilegalidad.
Así,
muchas veces, el propio trabajador descarga de manera inconsciente su
descontento y su rabia ante una medida injusta y reacciona contra su
responsable como si la acción de éste fuera una elección libre y
personal y no una orden de la empresa.
Pero,
desde nuestra concepción sindical, en la CSC tenemos meridianamente
claro que todos los trabajadores, como clase, no somos dueños en la
actualidad de nuestro destino y, para llevar un salario a casa y a
nuestras familias, necesitamos vender nuestra fuerza laboral. Por lo
tanto y mientras no actuemos como clase, estamos supeditados a cumplir
unas órdenes si queremos conservar nuestro puesto de trabajo. Pero ni
siquiera obedeciendo esas órdenes somos capaces de conservarlo pues
dependemos de los intereses del empresario en cada momento ya que, si
éste necesita ganar más, lo hará siempre a costa de nuestras
condiciones, incluyendo nuestro despido.
En
numerosas ocasiones hemos podido demostrar nuestro compromiso con
nuestra clase, independientemente del escalafón que ocupe el trabajador
asalariado dentro de la empresa. Por ejemplo, entre otras muchas cosas,
hemos asistido y asesorado a jefes de proyecto, gerentes e incluso
directivos en sus despidos, porque nuestro compromiso es con la clase
trabajadora. Y porque no concebimos al colectivo como una suma de individualidades,
estamos en contra del hecho objetivo del despido en sí como medida para
que el empresario gane más a nuestra costa y no atendemos a la cuestión
subjetiva que tienen muchos trabajadores, alimentados ideológicamente
desde la empresa para justificarlo, de si el trabajador “se lo merecía” o no.
De
la misma manera, somos conscientes de que algunos mandos intermedios
siguen a rajatabla las indicaciones de la dirección de la empresa –
puesto que comparten la ideología contraria a los trabajadores de ésta –
para intentar anteponer sus intereses personales y así “agradar”
a la dirección para intentar escalar en la jerarquía aún a costa de las
condiciones de sus compañeros. La Coordinadora Sindical de Clase, al
igual que defiende a los trabajadores como clase y todos los hechos que
vayan en su beneficio, también denunciará todo acto individualista, venga de quien venga, que se dirija en contra de los intereses de la clase trabajadora. Nuestra defensa es la defensa del conjunto y la CSC está en contra de todo aquél que quiera pasar por encima del resto para obtener un beneficio personal.
Por
todo ello, hacemos un llamamiento a todos los responsables de proyecto -
como clase trabajadora que son y víctimas tanto de la explotación
asalariada como de su utilización por parte de la Empresa para eludir la
responsabilidad de sus políticas injustas - a que se unan a sus
compañeros en la lucha por la defensa de los intereses de todos los
trabajadores para que, unidos y organizados como clase, podamos
conquistar avances para todos.
¡LUCHA POR TUS DERECHOS!
¡AFILIATE A LA COORDINADORA SINDICAL DE CLASE!
Sección Sindical de la Coordinadora Sindical de Clase (C.S.C.)
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